Lectura veloz

La lectura veloz es una colección de métodos enfocados en aumentar considerablemente la velocidad media de lectura del practicante sin sacrificar con ello mucho de la comprensión lectora ni de la receptividad ya que esta información se queda luego de leer. Si bien algunas de las técnicas básicas y fundamentales para lograrlo corresponden a métodos para estudiar comunes y aceptados, existen muchas academias y cursos y literalmente cientos de procedimientos y técnicas diferentes en el mercado para los cuales realmente no existe ningún estudio científico serio e imparcial que avale su eficacia.

Esto, sumado al hecho de que la gran mayoría de los supuestos cursos, métodos y técnicas de Lectura Rápida se respaldan en procedimientos pseudocientíficos, mitos comúnmente extendidos pero falsos, prácticas supuestamente ancestrales o exóticas, incomprensión sistemática del proceso mismo de la lectura desde el punto de vista neurocientífico o hechos ya de plano irreales; se pone en entredicho la verdadera utilidad del sistema, o cuando menos se hace cuestionable su resultado.

Ejemplos de ello son los que presuntamente persiguen la capacidad de usar el 90% del cerebro restante para mejorar la velocidad, la inteligencia o la concentración, según el extendido mito del 10%. Otros buscan y creen mejorar la velocidad lectora entrenando la velocidad de la visión o del ojo (ignorando que la lectura no es un proceso que ocurra dentro del fenómeno visual sino que es un complejísimo proceso cognitivo y neurológico del cerebro).

También existe la creencia de que, por ejemplo, la lectura es un proceso de alguna forma indirecto que va de los ojos a la boca (explicando así la subvocalización), luego de la boca al oído interno y por último al cerebro, pretendiendo de este modo que al eliminar la subvocalización se mejorará el proceso de lectura (realmente al leer, la señal va directamente de la visión al cerebro y sólo toma significado cuando este la interpreta a través del procesamiento visual, por lo que la subvocalización es realmente un simple reflejo neurológico involuntario). Por último, algunos dicen ser capaces de activar o usar durante el proceso de lectura regiones del cerebro que normalmente no intervienen de manera significativa en ella, procedimiento que jamás ha sido registrado ni comprobado científicamente ni se tiene por cierto que sea posible, ya sea a través de estudios con EMT o IRMf.

En el contexto de la Lectura Rápida, la velocidad de lectura suele medirse en Palabras por Minuto (PPM), una medida no oficial ni reconocida por las ciencias de la educación, ni dentro de la ciencia de la cognición ni de la lingüística, y en cualquier caso inexacta debido a que, lógicamente, no todas las palabras tienen la misma longitud, complejidad semántica ni determinación, y mientras palabras como sintagmas nominales, sustantivos o verbos suelen tener morfemas, una composición, una categoría léxica, mayor extensión, etc.; otras palabras como artículos y determinantes suelen ser cortos y su significación está en función de aquello que determinan, por lo que las PPM parecen carecer de objetividad metodológica. No obstante, las supuestas técnicas de Lectura Rápida a menudo hacen propaganda de ofrecer determinada velocidad de PPM o de multiplicar la velocidad de lectura regular del individuo.


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